FIESTA Y TRUEQUE EN LAS ALTURAS DE IRUYA

FIESTA Y TRUEQUE EN LAS ALTURAS DE IRUYA



Casamientos, bautismos, bendiciones entre vivos y muertos, y un gran mercado del trueque dispuesto a orillas del río. Es la fiesta que ofrece el pueblo de Iruya a sus santos patronos, el punto culminante de otras que sirvieron de antesala, la que congrega a propios y a ajenos cada primer fin de semana de octubre.


El lugar es uno de los más impactantes del norte andino salteño. Se encuentra a casi 3000 metros del mar en medio de cañones de piedra tallados por sus ríos. El viaje comienza en la Quebrada de Humahuaca, toca su punto más alto en Abra del Cóndor a 4200 metros, y desciende unos 1500 aproximadamente antes de llegar al destino elegido.


La sorpresa será mucho mayor si la gente se prepara para la gran fiesta. Seguramente habrá quienes ya acomodan aguayos o improvisan tiendas a orillas río. También la iglesia estará vestida para la ocasión porque será mañana - o tal vez pasado - el día elegido para congregar al gentío y rendir honores a la Vírgen del Rosario.


Esta celebración que perdura en el tiempo es ciertamente particular. Por sus calles empinadas y tapizadas de piedra la celebración toma forma en el sábado de víspera cuando el pueblo peregrina en procesión bailando al compás de la música y de los Cachis.


Este es un grupo de disfrazados vestidos por vecinos y decorados con máscaras que sólo se usan para la ocasión. En el baile, casi siempre de cara a la venerada, se representa al bien y al mal en eterna lucha. Toros y caballos, acompañados por viejos, viejas, changos y chinitas, y secundados por un negro en el papel de bufón, emergen desde el imaginario local.


Esa misma noche habrá otra procesión pero que culminará en una gran fogata. La Luminaria, como se la nombra, es encendida con sunchos y otras ramas, y es frente a ella donde se realiza la ceremonia de la sagrada bendición. Entonces comenzará la otra fiesta, la de sus habitantes entre sus paredes que entonan canciones mientras beben chicha o cerveza o vino o simplemente yerbeao (sic).


Con el despertar del primer domingo de octubre el pueblo brillará pincelado por el sol que desciende colorido en esas punas. Luego nuevas danzas de Cachis y Sikuris, en la Iglesia la misa de los promesantes con matrimonios y bautismos, y en las márgenes del río Iruya la gran feria del trueque. Sin duda, una ocasión especial para descubrir momentos en su estado simple.