UN PARAISO MULTIAVENTURA

UN PARAISO MULTIAVENTURA



Sitio privilegiado de los salteños, lugar mágico en donde día a día, año a año, cumplen con el ritual de la pesca del pejerrey padres e hijos, amigos y hermanos. Pero, por sobre todo, paulatinamente se convierte en un espacio abierto a la aventura y en un punto obligado dentro de la geografía que recorre todo aquel que visita Salta La Linda.

Hace 40 años el espejo de agua que hoy se denomina Cabra Corral era un cajón serrano en donde corría el hilo de agua del Juramento que nacía de la confluencia de los ríos Arias y Guachipas. El lugar, ubicado a poco más de 80 kilómetros de la capital salteña, era un sitio de pastoreo y los hombres de campo pasaban sus días en calma.


Pero la historia cambió en 1967, cuando comenzaron las primeras obras de lo que hoy es el Dique General Belgrano. Por aquel entonces, la prioridad era una: culminar la obra de ingeniería antes que la naturaleza le arrebatara el trofeo a los hombres del nuevo siglo que había decidido emprender el desafío. La presa de agua serviría no solamente para sumar energía eléctrica al sistema interconectado nacional (con 250.000.000 millones de kilovatios / hora por año) sino para mantener el riego nacional de 110.000 hectáreas comprendidas entre el sur del Valle de Lerma y otros parajes ubicados en la provincia de Santiago del Estero.


Paso a paso, la obra fue tomando forma: primero el puente sobre el río Guachipas que permitió a los obreros asegurar el tránsito que antes se realizaba cruzando su cauce, luego la perforación en la montaña de los túneles de desvío del río Juramento; continuó con el camino que une Coronel Moldes con la presa y finalmente la construcción del gigantesco puente que cruza el lago sobre el angosto de la quebrada del río Guachipas al cortar la cadena Osma-Viñaco.


En los primeros días de otoño del año siguiente comenzó el llenado del paredón de la presa. Fue un día memorable aquel en el cual las topadoras cerraron el último boquete obligando al Juramento a adentrarse bajo la montaña por los túneles que el hombre había construido. A partir de ese momento el Cabra Corral dejó de ser el paraje solitario en el cual se escuchaba el canto de los pájaros para convertirse en un centro de actividades relacionado tanto con la producción como con la recreación.


Regatas diurnas y nocturnas en veleros con orza y cabinados; pesca de pejerrey desde el puente, desde alguna orilla o desde un catamarán en medio del espejo de agua; kayak, windsurf, esquí acuático, bicicleteadas por la ruta del peri lago, y actividades relacionadas con la supervivencia y la aventura. Trekking por pinturas rupestres, cabalgatas, travesías en 4X4, paseos en banano, agroturismo en fincas cercanas, bungy y buceo. Todas y cada una se ganaron un espacio propio y congregan cada año a nativos, turistas y curiosos que llegan a descubrir ese rincón del Valle de Lerma. Este boom de posibilidades se hace escuchar desde hace unos 5 años y, desde entonces, promete colocarlo como un privilegiado dentro del circuito de lagos de los alrededores de la capital provinciana, del noroeste argentino, y del país en su conjunto.


“En los últimos años hubo un crecimiento marcado de la actividad turística de la zona”, apunta Raul Cedolini, uno de los operadores de la zona que ofrece excursiones en veleros durante todo el año que combina con visitas a las morada de los antiguos, como las pinturas rupestres de Ablomé, en las cercanías de Guachipas (al sur del lago). Para Cedolini, el impulso que tiene en Salta el turismo alternativo se debe a la política coherente que viene desarrollando cada gobierno de turno.


“Pasa que el que busca un casino, un shooping o las comodidades de un hotel de lujo no va a venir a Salta, porque para eso está el sur”, explica Raúl Mahr, dueño de la bahía que lleva su nombre, un lugar en donde se puede experimentar el placer de la navegación. “Lo que se ve ahora es el fruto de muchos años de trabajo. Nosotros fuimos los primeros en habitar el dique. Nos dimos el gusto de elegir el espacio que queríamos comprar y aquí estamos”, cuenta con orgullo.


Punta Mahr tiene todas las comodidades para pasar un día al aire libre: hay zonas destinadas para acampar, una confitería en donde se puede degustar un rico pejerrey, motos de agua y hasta un catamarán para alquilar. Esto último constituye una novedad. “Esto es algo que inventamos hace poco - comenta -. Pasa que los dueños de las embarcaciones no las usan todo el año, entonces se me ocurrió que una persona o un grupo los puede rentar por día o por semana y así pasar momentos inolvidables a orillas del lago”.


Otro es el caso de Rubén Masnaghetti, dueño de una empresa de deportes extremos que hizo punta en el Cabra. Los saltos desde el puente del lago son famosos desde hace unos años y congregan, cada fin de semana, a una multitud. “Lanzarse desde el puente es una experiencia que a cualquiera le levanta la autoestima”, dice este hombre alto y moreno que aprendió el oficio en las lejanas tierras neozelandesas. “Nosotros le entregamos un diploma a cada participante para que exhiban con orgullo la proeza”.


Esta es la cultura que hoy se levanta y recrea tanto la vista como el espíritu en el espejo de agua. Es la de una civilización que ha traspasado el umbral del siglo XXI y que se anima a los deportes extremos y a las sensaciones que tienen un cien por cien de adrenalina. Quienes visitan hoy el Cabra Corral (nombre que recuerda los antiguos rodeos de cabras que pastaban en la que ahora son las profundidades del lago) descubren la fuerza del agua que contiene y el potencial que emana de su belleza. Claro que algunas veces el espejo ha sufrido las consecuencias de la contaminación que también forma parte de los hábitos de esta cultura humana. Pero sigue siendo aquel paraje que asombra cuando se va abriendo paulatinamente ante los ojos del viajero y surca sus caminos serpenteando sus orillas. Un rincón que guarda por siempre el agua bendita que baja desde las nieves eternas del Acay y que mansamente anhela que el buen trato y el cuidado de su ambiente sea la moneda que vuelva a su mano.