Israelitos ...

Israelitos ...

Son muchos los jóvenes israelíes que llegan a Salta en condición de viajeros-turistas. Los hostales se llenan de ellos, especialmente durante las temporadas bajas. A veces Diciembre, a veces Junio...pero durante todo el año ellos aparecen aquí y allá. Es muy notable la concentración de éste flujo particular de visitantes. Normalmente, eligen alojarse en hostales de la capital salteña. Quienes manejan esta franja de alojamientos (los más baratos del mercado) han llegado a dividir sus opiniones entre quienes los acepta como clientes, quienes los rechaza, y quienes se guardan el derecho de admitir sólo a un número reducido de ellos, argumentando que “cuando viajan solos tienen otra cabeza”. Esta división también llega a las agencias de turismo, y a las agencias que rentan automóviles: hay un porcentaje ellas en cada opinión.

El promedio de viajeros israelíes reúne las siguientes características: son muy jóvenes (18 a 23 años máximo), recién salidos de un servicio militar que les insume 3 años de su vida (sin importar el sexo), viajan en grupos generalmente mixtos, y se han ganado la mala reputación de ser grandes “destrozones”. Sus destrozos incluye baños y cocinas de los hostales donde se alojan, automóviles rentados, bicicletas rentadas ... y se extiende a un conjunto de "clásicas" conductas conflictivas como no respetar la necesidad de descanso o silencio de “los otros”, incluirse dentro de los que “beben demasiado”, más una “cultura de la negociación” que llega a causar disgustos entre los trabajadores locales del sector.



En lo personal, durante los años que llevo alquilando bicicletas y, particularmente, hasta finales de 2006 (año en que dejé de alquilarlas por día o medio día), acumulé muchas anécdotas, furias, enojos y unas pocas lecciones fuera de la regla. Uno de los enojos se dio durante el proceso de alquiler de una bicicleta. Un chico de unos 21 años quería llevarse la bicicleta a Cafayate, para hacer el recorrido de la Quebrada desde el sitio conocido como el Anfiteatro hasta el pueblo. Por supuesto que peleaba el precio del alquiler y, conociendo los problemas que podía acarrearme alquilarle a un “israelí” ya tenía como regla decir no. Uno de los argumentos del muchacho para tratar de convencerme fue decirme (a las 10 de la noche, horario en que pidió le llevaran la bicicleta al Hostal) que debía hacerle un descuento porque “el pueblo de Israel había sido perseguido durante siglos y que habían sido víctimas del Holocausto”. Básicamente frené sus comentarios, pero quedé sorprendida porque me di cuenta (a esa altura había visto a muchos de ellos) que eran realmente capaces de utilizar la victimización para absolutamente todo. No hizo el comentario en broma.

Otras veces me ocurrieron múltiples roturas en las bicicletas que ellos se negaban en pagar. De grupos de 6 bicicletas (incluso más) llegaban siempre una mitad en malas condiciones, con piezas rotas que pasaron a formar parte del listado de sorpresas de mi mecánico. Eso me llevó a diseñar un contrato de alquiler muy orientado hacia estos clientes conflictivos. Esta sucesión de destrozos, además me hizo llegar a preguntarle al cliente de ocasión, “¿por qué?” ... sin encontrar una respuesta honesta o al menos coherente. Un sólo grupo que se fue a San Lorenzo agradeció toda la tarea realizada para que su tarde fuera una grata experiencia. Mandaron algunos meses mas tarde un e-mail con fotos.




Llegó una vez en que salí como guía con 4 muchachos hacia San Lorenzo con parada en Lomas de Medeiros. En Loma Balcón (un mirador dentro de esa reserva natural y el lugar donde normalmente paraba para hacer un alto en el recorrido), me puse a charlar y directamente les pregunté porque el servicio militar de 3 años. La respuesta de uno de ellos fue contundente: “Somos un pueblo de 5 millones de personas que tiene que defenderse de sus vecinos”. Y lo dijo enojado, casi al borde de la ofensa por hacer una pregunta “tan obvia”.

Sin embargo, una vez llegó una pareja muy joven dispuesta a realizar un tour, esta vez por la zona de Finca La Lagunilla. El alto durante el recorrido era en el interior de ese hermoso lugar, junto a la laguna. Siempre que me tocaban israelíes en circuito trataba de charlar con ellos. Esta vez, el muchacho me respondió de modo diferente. Contó que su padre y su abuelo tenían una visión diferente que habían compartido con él, porque hace 40 o 50 años atrás, árabes e israelíes convivían juntos sin problemas (todavía el contexto eran las consecuencias de las Torres Gemelas, no la Franja de Gaza). Incluso llegó a hacerme el comentario que le sorprendía ver que en Salta existía una pacífica convivencia entre miembros de la comunidad árabe radicada aquí, sirios y judíos. La charla con estos muchachos fue una perla, una excepción a la regla en una larga sucesión de personas convencidas que el mundo era un gran campo de combate en donde “todos” estaban contra “ellos”.

En estos primeros días de Enero de 2009, la masacre en la Franja de Gaza me hizo pensar en todos esos muchachos que conocí, porque sin duda forman parte del grueso de reservistas que Israel convoca para realizar su matanza. El pueblo de Israel en una gran mayoría está convencido que hace lo correcto, mientras muchos millones de personas se preguntan ¿qué les pasó?. Cuando en cualquier canal aparece un documental o una película que evoca la tortura a la que fueron sometidos por el nazismo, y luego en el zapping se cruzan las imágenes del conflicto en los noticieros se hace aún más difícil entender ¿por qué?... ¿en qué se han convertido? ... ¿qué ha pasado puertas adentro de Israel que uno no sabe y/o no comprende? ... ¿Toda la opinión pública israelí avala estas acciones?...



En éstos días, encontré un graffiti en algunas paredes de casas en San Lorenzo, una muy turística y visitada villa veraniega al Oeste de la ciudad de Salta. Es sugestivo, muy sugestivo y hace pensar sobre si Israel, que obtuvo su territorio a fines de la Segunda Guerra Mundial, no está embarcado en ésta suerte de locura tan sólo por lograr extenderlo y en nombre de cualquier argumento posible (étnico, religioso, ...). ¿Advierten que en décadas o siglos más pueden volver a ser un pueblo sin patria física, sin lugar en el mundo?. Hoy, la percepción social se inclina a verlos fundamentalmente, como el resultado de la profunda derechización de sus ciudadanos, que los convierte, 60 años después del Holocausto, en personas tan radicales y despiadadas como quienes validaron (como status quo) aquellos procedimientos de la Alemania Nazi.