LA RUTA DE LOS DIQUES

LA RUTA DE LOS DIQUES


Une las capitales de Salta y Jujuy atravesando una de los pisos biológicos más ricos del planeta. Es un tramo de la legendaria ruta nacional 9 que trepa hasta los 1600 metros de altura sobre el nivel del mar para maravillar la vista y recrear el alma.

El verde en las montañas permanece eterno. No importa si en el valle de Lerma desembarcó el invierno. Tampoco si es época de vientos y todas las serranías del Mojotoro en la capital salteña ya viraron su color a un marrón intenso. Allá arriba, nada cambia.

Será porque se trata de una ceja de yunga, de bosque montano que, desde el sur de Bolivia y hasta el norte de Tucumán, recorren esta zona del centro-oeste sudamericano haciendo las veces de camello. Es decir, sus laderas tienen la función (por la posición y su altura sobre el nivel del mar) de guardar el agua que, en forma de humedad, traen los vientos oceánicos que llegan desde el Atlántico.

Por eso se trata de un bioma muy especial, siempre protegido como piso ecológico dentro de los parques nacionales de la región (El Rey, Calilegua y Baritú). Del interior de la roca, desde el vientre mismo de su tierra, brotan las vertientes de aguas cristalinas -las más preciadas, puras y ricas- que darán origen a más de un río que entroncarán con las cuentas del Bermejo o el Pilcomayo.

Este es el escenario que muestra el paisaje del camino conocido como La Cornisa, un tramo de la ruta nacional 9 que comunica la provincia de Salta con Jujuy o viceversa. Aunque bien puede ser llamado “La Ruta de los 3 Diques”, porque la cinta asfáltica conecta Campo Alegre en La Caldera, con la presa Las Maderas y el pequeño espejo de La Ciénaga en Jujuy.

Cuentan que cuando se inauguró el camino pavimentado por la década del ´40, llegaron a Salta legendarios coches de carrera, de aquellos que usaba Juan Manual Fangio, para correr allí el Gran Premio de Caracas. Quinientas dos cuervas no es una prueba menor, mucho menos si se tienen en cuenta lo angosto del camino y las dificultades propias de una zona con demasiada humedad ambiente.

Pero la verdad es que desde que la ruta 34 es una autopista, aunque recorre 120 kilómetros (contra los 90 de La Cornisa), este camino se ha convertido en un rincón turístico, muy transitado durante los fines de semana. Otras veces es una alternativa para quienes no pueden evadir los famosos “piqueteros” jujeños, cada vez que los problemas sociales de la vecina provincia levantan temperatura.

A pesar del impacto ambiental que ha sufrido la zona por el paso del hombre y sus máquinas, aún es posible admirar en la exhuberancia del paisaje, una rica variedad en flora y fauna que maravilla a propios y ajenos. Por eso, cuando se encuentre desandando el camino de La Cornisa o el que va desde Lesser hasta Los Yacones, subiendo hasta las Lagunas de Yala, o decidió hacer un viaje hacia las Termas de Reyes, recuerde que está pisando uno de los biomas más importantes del planeta: el que protege la continuidad de la vida y permite que la región no se convierta en un amplio y amarillo desierto.